Hace sol. Es otoño, pero hace sol. Siempre imagino un otoño lleno de hojas en el suelo. Gorros y guantes en mis manos. Cuando vivía en Holanda, así era. O incluso peor. O mejor. Lluvia, botas de agua roja y orejeras made in Lavapies me acompañaban a todas partes. Mi bici era rápida. Era mi iglú particular. Me llevaba de un lado a otro. Como las hojas. Las hojas de otoño.Sin embargo, hace sol. Un sol radiante. Reflejo de muchos colores. Y de muchos más que están por venir. Pero, lo cierto es que no sé si eso es bueno o malo. No sé si quiero que haga calor o frio. No sé. ¿Dependerá el tiempo de lo que está en mi cabeza o es mi cabeza la que depende del tiempo?








