
Desde chiquitita las burbujas forman parte de mí. Soplo y mil circulitos transparentes salen disparados. Bailan entre las nubes. Entre tu pelo. Entre tus manos. Van y vienen. Rápido. Lento. Algunas chocan entre ellas. Otras no vuelven a unirse nunca más. (Quizá como la princesa y el dragón). Cuando llueve, el viento se las lleva rápido y explotan regalando restos de agua y jabón. Brillan. Incluso a veces son de colores. Moradas. Verdes. Rojas. Podría pasarme horas y horas soplando y observándolas. Despidiéndome de ellas. O jugando a caleidoscopios y legos con sus formas, mis ojos y tus manos. A veces me gustaría ser una de ellas, para poder ir al son de viento y dejarme llevar y flotar y volar. Y poder ver el resto del mundo desde lo alto.